Dios Nunca Muere 46

Les presentamos a continuación el editorial del último número de nuestra revista, sobre las canonizaciones.


La Causa y el Efecto,
El Concilio Vaticano II y la Crisis

El pasado 3 de agosto, tuvo lugar la animada pero triste última despedida al Padre
Mario Trejo. Con nuestro agradecimiento hacia él por esos 11 años de ministerio sacer­dotal en nuestra patria, rogamos a Nuestro Señor para que en su nueva asignación pueda seguir cumpliendo con la labor encomendada pero ahora en su propio país.

Pasando al tema que nos concierne, hemos visto el gran alboroto y hasta alegría desmedida, con que ha sido tomada la noticia de las cano­nizaciones de dos Papas, Juan XXIII y Juan Pablo II, espe­cialmente la del segundo. En nuestro país se recuerda con emoción aquella canción dedicada a él que dice “Tú eres mi hermano del alma, realmente un amigo”.

Pero, ¿realmente hay motivos de júbilo y alegría?, analice­mos un poco.

Los últimos Papas, desde Juan XXIII, hasta Benedicto XVI han resaltado el hecho de que la Iglesia se encuentra en una grave crisis. Recordamos a Pablo VI lamentándose: “el humo de satanás ha entrado en la Iglesia” y Benedicto XVI en el mismo tenor dice:

“Señor, Tú Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes”, aun recientemente un Cardenal norteamericano decía: “La Iglesia parece un barco sin timón”

Así, no sólo los Papas son capaces de ver esta terrible crisis, sino también Cardena­les, Obispos, Sacerdotes y fieles en general pueden constatar día a día este hecho, y no sólo eso, sino ven como ésta se va acentuando cada vez más.

Pero, al igual que una enfer­medad, la crisis debe tener una causa. La crisis es la consecuencia, es el resultado de la acción de algún agente. Debe haber una causa que ha dado como resultado esta crisis. Así pues, cuando queremos ali­viarnos de una enfermedad, debemos encontrar la causa, el agente que la provoca. Una vez descubierto, debemos atacarlo, dar la medicina ade­cuada para exterminar o al menos neutralizar la causa de dicha enfermedad. De la misma manera, va a ser necesario buscar la causa, el agente que provocó y sigue provocando la crisis en la Iglesia para atacarlo y aplicar las medidas necesarias para la neutralización de tan grave crisis.

Así pues es necesario hacernos la pregunta. ¿Qué es lo que dió inicio a esta crisis? El Arzobispo Marcel Lefebvre, encabezando la lista de los que han permanecido fieles a la Doctrina ense­ñada por Nuestro Señor Jesucristo, no tuvo nin­guna duda para responder a ella. La causa, el origen de esta terrible crisis se encuentra en el concilio Vaticano II. Un concilio que alberga una serie de errores y ambigüedades graves, en donde se abre la puerta para que las enseñanzas y teorías modernistas y protestantes entren en la Iglesia. No es que necesariamente todos los errores sean explícitos, aunque sí los hay, sino que a través de la ambigüedad permite cualquier tipo de interpretación y se ha llegado al grado de cambiar la Doctrina Verdadera, la doctrina centrada en Dios, en una doctrina centrada en el hombre, naturalista y relativista.

Entonces, con certeza podemos decir que el concilio Vaticano II es la causa, el origen de la crisis en la Iglesia. Ahora bien, sabemos que el que convoca e inicia el concilio Vaticano II es Juan XXIII en 1962. A su muerte, es Pablo VI el que da continuidad al concilio, apoyando a los modernistas de tal manera que la balanza se inclinó visiblemente a ellos. Y finalmente Juan Pablo II es el que realmente pone en práctica la nueva doctrina emanada del concilio y de su interpretación.

Tomando en cuenta lo anterior nos preguntamos entonces: ¿Qué significa la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II? Y ahora podemos añadir también ¿Que significa la beatificación de Pablo VI?

La conclusión salta a la vista, más que canonizar a los Papas en cuestión, lo que se está canonizando es al concilio.

Pero, ¿cómo esperamos salir de la crisis, si la causa principal de ella ha sido canonizada?
Queridos lectores, todos esperamos con gran anhelo que la crisis termine, pero en vista de la situación actual, no vemos cómo pueda suceder esto. Sin que se reconozca la causa de la crisis, es humanamente imposible que pueda corre­girse o cambiar el efecto. Por tal motivo, la única solución que se vislumbra es la intervención directa de Dios.

En este número de Dios Nunca Muere, hemos tratado de exponer la teoría de lo que una canonización es. Primeramente estudiando el desa­rrollo histórico que ha tenido el proceso para las canonizaciones, luego lo que Santo Tomás enseña, mostrando después la dificultad que ha habido en algunos casos y finalmente las dudas que la cano­nización de Juan Pablo II presenta.

Quiera Dios que la lectura de este ejemplar, pueda ayudarnos a comprender un poco más el estado caótico de los tiempos en que nos encontramos y entender con mayor claridad que sólo la docilidad y confianza en Nuestro Señor Jesucristo nos puede llevar a la Salvación.

Padre Jorge Amozurrutia Silva.
Superior del Distrito de México y América Central


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