Oblatas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X

Desde la flexibilidad que les proporciona su condición de "sociedad de vida común sin votos" las Oblatas se entregan al servicio de las diversas obras de apostolado de la FSSPX en prioratos, escuelas o seminarios.

¿Qué significa la palabra “oblata”?

Según la etimología, “oblata” deriva del verbo “offerre” que significa ofrecer; de ahí que la palabra “o-blata” signifique “entregada” y resuma al mismo tiempo que expresa toda nuestra vocación. En efecto, más allá de una simple denominación entre tantas familias religiosas, el título de oblata ¿no será en sí mismo una llamada a la entrega total de sí misma?

Es lo que toda novicia debe haber entendido el día de su Oblación, cuando arrodillada al pie del sagrario abierto, en unión con Nuestra Señora de la Compasión, hace a Dios su ofrecimiento de víctima con la Divina Víctima: “Os hago oblación de mi persona y de mi vida, de todo lo que poseo, de todo lo que soy, para mayor gloria vuestra, ¡oh Dios mío!, por la salvación de mi alma, por la salvación de todas las almas, y especialmente por la santificación de los sacerdotes y futuros sacerdotes.” (Acto de Oblación)

¿De qué manera las Oblatas forman parte de la Fraternidad?

En 1973, en la Carta a los Amigos y Bienhechores Nº 5, a la pregunta que se le hacía de si la Fraternidad abarcaba varias familias, Mons. Lefebvre contestaba así: “[La Fraternidad] comprende a los sacerdotes y futuros sacerdotes, los hermanos auxiliares, las oblatas, y muy pronto esperamos a las hermanas religiosas de la Fraternidad... En fin, esperamos de la gracia de Dios que los seglares en el mundo aprovechen los beneficios espirituales de la Fraternidad.”

Cuando nació en 1980 la Tercera Orden de San Pío X, Mons. Lefebvre veía realizarse la obra tal como la había concebido con las cinco familias de la Fraternidad. Porque es necesario respetar un cierto orden entre las cosas y las personas, al enumerar estas cinco ramas de las obras, se tomó la costumbre de colocar a las Oblatas en la 4ª familia, después de los sacerdotes y futuros sacerdotes (1ª), de las Hermanas de la Fraternidad (2ª) y de los Hermanos (3ª), y antes de la Tercera Orden (5ª).

¿Así que las Oblatas fueron fundadas por el mismo Mons. Lefebvre?

Así es, Mons. Lefebvre fundó la familia de las Oblatas en 1973. Obligada en conciencia de dejar su familia religiosa vuelta infiel, una primera hermana francesa hospitalaria, Sor Marie Bernard, vino a tocar la puerta de Ecône. Otras no tardaron en hacer lo mismo, y es así que nació nuestra sociedad.

Al principio, las Oblatas eran religiosas libradas de sus obligaciones canónicas para con su propia congregación y deseosas de salvar su vocación en medio del desastre postconciliar. Muy pronto, se les unieron personas de edad madura, libres de otro deber de estado y deseosas de santificarse al contacto con la Fraternidad sin dejar de dedicarse a las obras.

Actualmente, por la persistencia de la crisis en la Iglesia, fuente de nuevas necesidades, nuestro reclutamiento tiende a modificarse, pues nuestra estructura más flexible permite a otras vocaciones encontrar un terreno propicio a su desarrollo.

¿Las Oblatas tienen una jerarquía propia?

No, las Oblatas no tienen jerarquía propia, difiriendo en eso de la mayor parte de las congregaciones femeninas como las Hermanas de la Fraternidad que, no obstante su nombre y los lazos profundos que entretienen con nuestra Fraternidad, son jurídicamente independientes.

Siendo miembros de la Fraternidad como los sacerdotes y los hermanos, no tenemos superiora general elegida de entre nosotras, sino que dependemos del Superior General de la Fraternidad. Es entre sus manos que hacemos nuestra Oblación, quedando a su entera disposición para las necesidades de la Fraternidad.

En los Prioratos, nuestras hermanas dependen directamente del Prior. Si la comunidad cuenta con más de tres miembros, el Superior General puede designar a una superiora tras consultar al Prior.

¿Qué diferencia existe entre una religiosa y una Oblata?

Según los términos mismos de nuestros Estatutos - redactados por Mons. Lefebvre en 1982 – las Oblatas forman “una sociedad de vida común sin votos, pero con un compromiso semejante al de la sociedad formada por los sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X”.

¿Qué quiere decir eso?

Durante la historia de la Iglesia, constatamos una evolución, desde el concepto general y tradicional del monaquismo (con estabilidad y solemnidad de los votos) hasta las formas más recientes de los “estados de perfección”.

De hecho, en el transcurso de los siglos, sin nunca abandonar nada de la tradición monástica que conserva su lugar privilegiado, aparecieron nuevas familias con fórmulas diferentes. En un desarrollo y una transformación progresivas cuidadosamente observadas y aprobadas por la Iglesia, se adaptó lo esencial de la vida religiosa a las nuevas formas del apostolado.

De allí que al lado del “estado completo de perfección” – tipo perfecto de los estados de perfección – al que pertenecen las Órdenes de votos solemnes y las Congregaciones de votos simples (cuyos miembros merecen en plenitud el título de religiosos), el Código de derecho canónico define como “segundo estado canónico de perfección” a las sociedades de vida común sin votos. Desprovistas de varios elementos jurídicos necesarios para constituir el estado canónico completo de perfección como los votos públicos de pobreza, de castidad y de obediencia, estas sociedades poseen, sin embargo, las otras características que constituyen la sustancia de la vida de perfección. Por eso, sus miembros pueden llamarse religiosos en un sentido amplio, como las Hijas de la Caridad que fueron el arquetipo de estas sociedades femeninas.

¿Las Oblatas gozan de una espiritualidad particular?

La espiritualidad de las hermanas Oblatas es la de la Fraternidad, la cual se confunde con la de Iglesia cuyo corazón es el Santo Sacrificio de la Cruz renovado cada día en nuestros altares por el Santo Sacrificio de la Misa.

Por eso la Santa Misa es “la fuente inagotable de nuestra vida espiritual y religiosa” (Estatutos). El Oficio divino –Prima, Sexta y Completas–, la meditación, el rosario en común, la lectura espiritual y el tiempo de oración personal: todo nuestro día está sumergido en la Sangre del Cordero, pues nuestra Oblación nos coloca al pie de la Cruz: “Serán felices de participar al Sacrificio de Nuestro Señor, como Nuestra Señora de la Compasión, de pie cerca de la cruz.” (Estatutos)

Contemplar a Jesús Crucificado con los ojos y el corazón de María: he aquí en verdad la vocación de la Oblata. “Ella añadirá especialmente como intención de su vida espiritual la compasión con los dolores de Jesús en la cruz, según Nuestra Señora de la Compasión su Pa-trona, por la redención de las almas, por la santidad de los sacerdotes, por su propia santificación.” (Estatutos)

“Por los sacerdotes”: miembros de una Fraternidad cuyo fin es el sacerdocio y todo lo que le concierne, es ante todo por los sacerdotes que debemos santificarnos.

Hablando a las Oblatas de Ecône en la fiesta de Nuestra Señora de la Compasión –el 10 de abril de 1981– Mons. Lefebvre les decía:

“Vosotras, queridas hermanas, auxiliadoras del sacerdote, auxiliadoras no solamente con vuestras manos, sino también auxiliadoras con vuestra alma y vuestro espíritu del sacerdocio, del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, de su Cruz, de la extensión de su reino, de la difusión de su Amor, vosotras entonces os uniréis de manera muy especial con la Santísima Virgen María. Como Ella cerca de su divino Hijo, compadeceréis y contribuiréis también de modo muy eficaz a la redención de las almas, en la medida en que lo podéis, en la medida en que la Providencia os dará la gracia de hacerlo. Así os uniréis de modo más profundo con el sacerdocio de los sacerdotes, pidiendo que estos sacerdotes, que estos seminaristas que servís se vuelvan verdaderos sacerdotes, se vuelvan verdaderamente otros Cristos, que se unan de manera siempre más profunda y más perfecta con la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo... Lo pediréis a la Santísima Virgen María. Entonces, ofreced vuestros sacrificios con esa intención, para que el reino de Nuestro Señor Jesucristo se extienda.”

En esta hora de tempestad para la Iglesia y para el sacerdocio, hay una intención todavía más específica que Mons. Lefebvre quiso incluir en nuestra misión: “Más que nunca, hay abandonos sacrílegos, abandonos dolorosos de Nuestro Señor, especialmente por las almas consagradas a Dios. Por eso, os invitamos vivamente a ofrecer vuestras pequeñas pruebas, vuestros sacrificios, vuestras dificultades, todos los dolores que Dios puede permitir que sufráis y que tengáis, en unión con los dolores de la Santísima Virgen María a fin de reparar todos esos sacrilegios.” (Sermón del 6 de abril de 1979)

Si quisiéramos resumir nuestra espiritualidad, podríamos decir que todo se expresa en nuestro acto de Oblación. Por eso nos gusta repetirlo muy a menudo, para que de él brote una vida siempre más intensa y fecunda.

¿Cuál es su género de vida?

Hay que decir que nuestra vida es “apostólica”, pues las Oblatas deben prolongar, al lado de los sacerdotes, el papel discreto pero querido por Dios, de la Santísima Virgen y de las santas mujeres para con Nuestro Señor y sus Apóstoles.

Dentro del marco de una vida religiosa con estructuras más flexibles –propio de las sociedades de vida común sin votos– podemos servir a los sacerdotes en todas las circunstancias de su ministerio. Es una vida activa con formas muy diversas que ninguna disposición de nuestros Estatutos limita.

¿Con quién hay que dirigirse cuando se quiere entrar con las Oblatas?

Es con el Superior General de la Fraternidad con quien hay que dirigirse para entrar con las Oblatas. Sin embargo, se recomienda que tal solicitud sea aprobada por el Superior del Distrito al que se pertenece.

¿Cuáles son las aptitudes necesarias para ser Oblata?

Por ser la dedicación a las obras de la Fraternidad el fin secundario de las Oblatas de la Fraternidad, a saber, la ayuda a los sacerdotes, sea en los seminarios, en los prioratos o en las escuelas, la admisión de una candidata siempre plantea una cuestión: “En el futuro, ¿será una ayuda o un peso en la vida de la comunidad?”

Con tal enfoque, las aptitudes son las siguientes:

  • -un buen equilibrio general,
  • -un mínimo de juicio y de criterio,
  • -una voluntad suficiente para perseverar a pesar de las dificultades,
  • -la madurez de un adulto, pues la Oblata debe ser capaz de enfrentar sola ciertas circunstancias,
  • -un desarrollo y un equilibrio afectivo normal, más necesario para una Oblata destinada a vivir al servicio y por lo mismo en contacto con los sacerdotes,
  • -las cualidades de sociabilidad requeridas por la vida común.

Cabe notar que la presencia de las aptitudes requeridas no es por sí sola signo de vocación: toda persona que las posee no está necesariamente llamada a la vida religiosa; en cambio, quien no las tiene no puede ser llamada.

Por otro lado, lo que podría ser impedimento canónico para ingresar en otras congregaciones no lo es necesariamente para ingresar con las Oblatas, cada caso depende del juicio del Superior General.

En fin, como para toda vida religiosa, lo que importa más que nada para ser Oblata, es el llamado divino, es decir, la vocación.

¿Se requiere una preparación especial o cierto nivel de estudios? ¿Una edad mínima o máxima?

Ninguna preparación especial es exigida para ingresar con las Oblatas, sino la de una vida cristiana ya muy arraigada en la Tradición.

En cuanto a la edad, es muy variable...  Según nuestros Estatutos, pueden solicitar su ingreso “personas cuya edad no les permitiría ingresar en la sociedad de las Hermanas de la Fraternidad”, es decir, a partir de 30 años. Pero hay casos en que se deroga tal regla, porque existen otros impedimentos diferentes de la edad que no permiten a las candidatas ser recibidas por las Hermanas.

No hay edad límite, siempre y cuando las aspirantes tengan todavía la capacidad de adaptarse a una vida de comunidad y de servir en la Fraternidad.

¿Es necesario gozar de buena salud?

Ciertamente hay que tener las fuerzas suficientes para poder ayudar y apoyar, según sus aptitudes, donde la obediencia nos envía. Pero una salud más frágil, e incluso algunas enfermedades no son necesariamente un obstáculo para entrar con las Oblatas.

¿Se pide una dote?

No se exige ninguna dote para ingresar con nosotras. En cambio, toda vez que nuestro noviciado no tiene ningún ingreso propio, y para ayudarnos en los gastos materiales de la casa, pedimos a las postulantes y novicias que pueden una pequeña pensión.

¿Hay que cumplir un tiempo de postulantado? ¿De noviciado? ¿En qué consisten?

Nuestros Estatutos prevén un año de postulantado y un año de noviciado.

Hasta 1993, nuestras aspirantes se formaban en una de nuestras casas –especialmente, en la de Bitche en Francia– o en el noviciado de las Hermanas de la Fraternidad. De hecho, ellas tuvieron la caridad de auxiliarnos en la formación de nuestras novicias hasta que por el número creciente de vocaciones nuestros superiores mayores determinaron reunirlas en un noviciado específico que, sin ser estrictamente canónico, aseguraría la formación particular de las Oblatas.

Este proyecto se realizó en 1993 en Menzingen donde acababa de cambiarse la Casa General de la Fraternidad bajo la autoridad del Padre Franz Schmidberger. Desde 1993, llegaban continuamente aspirantes, de modo que la Casa General se volvió demasiado pequeña para recibirlas a todas y se tuvo que buscar otro nido.

En agosto de 1999, Mons. Fellay decidió trasladar el noviciado de las Oblatas a Salvan, pueblito del Valais en Suiza, ubicado a 25 kilómetros del seminario de Ecône, donde la Fraternidad poseía ya una casa, comprada mientras Mons. Lefebvre todavía vivía, con la idea de abrir una escuela para muchachos.

Así es que hace tres años nos instalamos en este lugar que había quedado abandonado demasiado tiempo y cuya renovación nos costó muchas energías. Todo eso no nos hizo perder nuestra alegría comunicativa, según dicen nuestros vecinos del pueblito: por eso nos adoptaron sin tardar.

¿Qué hacemos en Salvan?

Primero, las hermanas tuvieron que aprender a manejar tanto la escoba como la podadora, la brocha o el taladro, para acomodar la casa. Más de una vez, donde faltó la experiencia se tuvo que suplir con creatividad... Pero, eso no es lo esencial.

El tiempo de preparación se extiende sobre dos años: el año de postulantado que concluye con la toma de hábito que marca el comienzo del año de noviciado propiamente dicho. En total, se trata de un tiempo de formación que puede compararse a la siembra. En el silencio y el recogimiento de una vida más retirada, postulantes y novicias se preparan a ser auxiliadoras de los sacerdotes, auxiliadoras como dijimos no solamente con sus manos sino también con su alma y su espíritu.

Al no meterse todavía en las preocupaciones de la vida activa, ellas aprenden las bases de su vida futura y se ejercitan en los secretos de la vida interior “razón de ser de las personas consagradas a Dios” según dicen los Estatutos. Aprenden que esta vida de unión con Dios debe ser más profunda, ya que será menos protegida en el futuro. Adaptándolas a nuestro estado de vida, se aplican las palabras que San Vicente de Paúl decía a sus hijas: “Por ser más expuestas afuera a las ocasiones de pecado que las religiosas obligadas a la clausura, al tener por monasterio únicamente su casa (o la escuela del priorato) (...), por clausura a la obediencia, por reja al temor de Dios, ellas deberán tener igual o mayor virtud que si fueran profesas en una Orden religiosa y están obligadas a portarse en todo lugar donde se encuentran entre la gente con igual recogimiento, pureza de corazón y de cuerpo, desapego de las criaturas y edificación como las verdaderas religiosas en el retiro propio de su monasterio.”

Dos años de noviciado no alcanzan para la realización de tal programa. Según los niveles, se imparten clases a las hermanas por las mañanas y las tardes. La enseñanza de la doctrina católica y de la historia de la Iglesia le toca al capellán, mientras la maestra del noviciado da la espiritualidad y todo lo que se refiere a la práctica de la vida y de las virtudes religiosas. El conocimiento de la liturgia se adquiere al ritmo mismo del año litúrgico y la proximidad con Ecône nos permite disfrutar los esplendores de las ceremonias en días festivos. La lectura espiritual junto con la lectura de la Sagrada Escritura alimentan el alma y fortalecen el espíritu. Un tiempo de estudio personal permite después a cada una asimilar los conocimientos o profundizarlos según sus necesidades.

Al lado de esta formación espiritual, nuestras hermanas son preparadas para los quehaceres de la casa y reciben nociones prácticas de cocina, de costura, de cuidado de la ropa, de sacristía, en resumen de todo lo que constituye la vida de un priorato.

Añadid una media hora de canto cada día, dos recreos en una alegría fraterna, un paseo mensual en las hermosas montañas suizas y tendréis una idea más o menos completa de nuestro pequeño noviciado Sta. Teresita del Niño Jesús, noviciado de habla francesa por ahora internacional, mientras esperamos la hora de la Providencia y los sujetos para abrir otros noviciados de habla inglesa, alemana... y española.

Al término de esta preparación, ¿se pronuncian votos?

Cuando la novicia concluye su preparación, se compromete, no con votos públicos, sino por un acto en el cual promete observar los Estatutos, especialmente los que mandan respecto a las virtudes de obediencia, de pobreza y de castidad, y hace a Dios oblación de “víctima con la Divina Víctima” (Estatutos).

Después de seis años de compromisos renovados anualmente, las Oblatas pueden pedir renovarlos por tres años más, al cabo de los cuales pueden pedir hacer su compromiso definitivo.

La renovación se hace en la fiesta de la Virgen de los Dolores, el 15 de septiembre. Aquellas que lo desean pueden estrechar su unión con la Divina Víctima mediante votos privados. Pero todas “deben esforzarse en practicar las virtudes religiosas” (Estatutos) que se extienden mucho más allá de la materia impuesta por los votos.

Después, ¿a qué tipo de apostolado se consagran las Oblatas?

Nuestros Estatutos no estipulan otro fin que el dedicarse a las obras de la Fraternidad según los talentos de cada una; por lo tanto, el apostolado de las Oblatas puede ser tan variado como esas obras mismas. Al final de su noviciado, la nueva Oblata puede ser enviada a un priorato, una escuela o un seminario.

Allí, dentro de esos marcos de apostolado tan diversos, humildemente, a veces oculta, podrá cumplir trabajos muy diversos en función de sus aptitudes: quehaceres del hogar, costura, secretariado, catecismo, enseñanza primaria y secundaria, enfermería, etc. Dentro del apostolado del priorato, todo se puede y nuestro Superior General encontrará para cada una un lugar donde desarrollar mejor las riquezas de su personalidad para mayor gloria de Dios. De todos modos, esté donde esté, la hermana Oblata no olvidará que se entregó para servir.

¿Cuál es el horario de un día típico de una Oblata?

He aquí el reglamento tal como lo establecen nuestros Estatutos:

06h00 Levantarse

06h30 Oración de comunidad (Prima o Laudes) seguido de la meditación

07h15 Santa Misa

08h00 Desayuno, tiempo libre, ordenar su habitación

09h00 Trabajo

12h00 Fin del trabajo

12h15 Sexta

12h30 Comida, recreo, tiempo libre, lectura espiritual

15h00 Trabajo

16h15 Merienda

16h30 Trabajo

18h00 Tiempo libre, rosario o exposición del Santísimo

19h30 Cena

20h45 Completas, gran silencio

Durante el noviciado, algunas modificaciones adaptan este reglamento a las necesidades de la formación.

¿Cuántas Oblatas hay por el momento y de qué nacionalidades?

Sin tomar en cuenta las novicias y las postulantes, somos actualmente 62 Oblatas: 21 Oblatas provienen de Francia, 9 de Alemania, 6 de Suiza, 4 de los Estados Unidos, 3 de Argentina, 3 de Austria, 3 de Canadá, 3 de Filipinas, 3 de Ucrania, 2 de Guatemala, 1 de Chile, 1 de Gran Bretaña, 1 de Italia, 2 de México y 1 de Nueva Zelanda.

En el noviciado de Salvan, donde moran actualmente 3 Oblatas con 6 novicias y 4 postulantes, podemos contar 8 nacionalidades diferentes, añadiendo Polonia y Bélgica a los 15 países ya mencionados. Entre las próximas postulantes, esperamos 2 jóvenes de Kenia y una japonesa acaba de avisar de su visita. Esta diversidad de naciones es un reflejo más del apostolado de la Fraternidad en el mundo.

¿Dónde ejercen su apostolado?

Las Oblatas pueden ser llamadas a ejercer su apostolado en todo lugar donde esté la Fraternidad.

Actualmente, estamos presentes en 10 países: 20 hermanas están en Suiza: 8 en la Casa General en Menzingen, 7 en el seminario de Ecône, 3 en el noviciado de Salvan, 1 en la Sede del Distrito en Rickenbach y 1 en el internado de muchachas en Mels.

Alemania cuenta con 13 Oblatas: 3 en el seminario de Zaitzkoffen, 4 en el asilo para ancianos de Weihungszell, 1 en la escuela de Diestedde y 5 en la escuela de muchachas en Schönenberg confiada a las Oblatas.

12 Oblatas están en Francia, principalmente en nuestras escuelas en Bitche y en Montréal-de-l’Aude, mas dos hermanas ancianas en la casa para ancianos en Le Brémien.

6 hermanas están en Canadá: 3 en la escuela de Lauzon, 2 en el priorato de Toronto y 1 en Levis.

Nuestra escuela de Inglaterra ocupa 3 hermanas y el priorato de Roodeport en África del Sur dos más.

En fin, seis hermanas trabajan solas en los prioratos de El Álamo (en España), de Dickinson (en Estados Unidos), de Jaidhof y de Innsbruck (en Austria), de Buenos Aires y de Mendoza (en Argentina).

Otros países más esperan nuestra llegada, en particular el Distrito de Asia con las Filipinas y la India, así como Polonia.

El próximo 15 de septiembre, Dios mediante, 4 de nuestras novicias harán su primera Oblación, lo que permitirá quizás a nuestro Superior General realizar algunos proyectos soñados desde hace mucho tiempo... Entre nosotras, como muy a menudo en la Tradición, “la mies es abundante, pero los obreros pocos”.

Una Oblata, ¿regresa necesariamente a su país para ejercer su apostolado?

No, una Oblata no regresará necesariamente a su país para ejercer su apostolado. Hacemos nuestra Oblación entre las manos del Superior General de la Fraternidad y sabemos que estamos al servicio de la Fraternidad. Pero sabemos también que en sus nombramientos, nuestro Superior toma en cuenta la salud, el idioma y las aptitudes de la Oblata.

Por lo mismo, es sin temor que leemos estas palabras de nuestros Estatutos: “La Oblata deberá con generosidad adaptarse a las circunstancias de su apostolado y confiar en las gracias que Dios da a las almas de buena voluntad.”

Para concluir, ¿qué representa el hábito de las Oblatas?

Como todo hábito religioso, el de las Oblatas significa nuestra separación del mundo y nuestra consagración total a Dios.

Para distinguirlo del de las Hermanas de la Fraternidad, Mons. Lefebvre ha deseado que la forma puntiaguda de su velo sea para nosotras redondeada lo mismo que el cuello de su escapulario. Además, en lugar de la medalla de San Pío X, es la cruz de San Benito que recibimos y llevamos sobre nuestro corazón. Para nosotras, ¿qué mejor invitación a vivir nuestra oblación en unión con Nuestra Señora de la Compasión?