Madres Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro de María

Las “Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro de María” somos una Congregación fundada en la primitiva Regla de San Francisco de Asís adaptada a la segunda que escribió para Santa Clara y sus religiosas, contando con nuestras propias constituciones basadas en la misma Regla.

¿Quiénes somos? 

La Orden Mínima Franciscana del Perpetuo Socorro de María, conocida también como la Obra del Desagravio, fue fundada el día 24 de junio de 1942 en la ciudad de Zamora Michoacán, México, por la Reverenda Madre María de la Navidad (en el siglo: María Concepción Zúñiga López), y conocida por todos como la Madre Conchita.

La historia de la Orden comenzó cuando Nuestra Madre Fundadora recibió su misión divina en octubre de 1926, a la edad de 12 años, tiempo en que no había culto en la República Mexicana, por causa de la persecución religiosa desatada por el Presidente Calles. En ese entonces el Cristo de la Iglesia Patronal del pueblo de Ocotlán, Jalisco, de donde ella era originaria, habló a Nuestra Madre Conchita desde su cruz invitándola a compartir el dolor de estar escondido y solo, olvidado y despreciado, perseguido y aborrecido sin causa. Nuestra Reverenda Madre sufría mucho por el dolor que le causaban las almas que se perdían eternamente y quería abrazarlas a todas en el Corazón de Cristo. Desde ese día, comprendió bien el plan divino sobre ella. Ésta era su vocación: Nuestro Señor quería que no sólo ella se ofreciera unida a Él al Padre Eterno, a la Justicia Divina para rescatar almas, sino que enseñase ese camino a otras almas, que procurase la fundación de una Orden religiosa que tuviera ese fin primordial: Buscar una legión de almas víctimas que se ofrecieran en desagravio por todo el mundo. 

El nombre de nuestra Orden y sus fines 

El nombre propio de la Orden expresa ser la rama más nueva, y quizás la última del árbol fecundo de las Congregaciones Seráficas, cuya semilla es el glorioso Padre, nuestro San Francisco de Asís. Por esta razón se nos manda conservar el espíritu de pequeñez, humildad y pobreza que debe resplande cer como tinte característico, a imitación de nuestro Santo Padre, que se gloriaba en llamarse: “pequeñuelo”.

Después de poner de manifiesto que es una Orden pequeña como el granito de mostaza del Evangelio y pobre por la virtud del despojo total, ella y sus hijas nos apellidamos con el título: “del Perpetuo Socorro” para significarnos como hijas de esta buena Madre de Dios, a quien tomamos como Patrona bajo esta dulcísima y consoladora advocación.

Historia de la Obra del Desagravio 

Los sucesos históricos de nuestra Congregación llevan su propio Vía Crucis como todas las obras de Dios. Nuestra Madre Conchita, habiendo escrito las Constituciones desde 1931 cuando estuvo con las Capuchinas Sacramentarias, en la Ciudad de México, esperaba que Dios le señalara el camino para que se realizara la Obra del Desagravio. La oposición de sus padres para cumplir esta misión, fue el motivo de hacerla esperar hasta 1942, cuando a los 27 años hizo la primera fundación en Zamora Michoacán.

Nueve años después la Obra fue disuelta por el obispo diocesano, sin ninguna autorización eclesiástica. Expulsadas de la diócesis, Nuestra Madre y una sola compañera pasaron a radicar en el Distrito Federal, permaneciendo así, “desterradas” por doce años, después de los cuales el mismo obispo, arrepentido, le ayudó a hacer un viaje a Roma para solicitar de la Santa Sede la aprobación para rehacer la Obra. Obtenida la aprobación fue recibida en la diócesis de Chilapa Guerrero donde junto con tres de sus primeras compañeras se realizó la segunda fundación en 1964. Este mismo año tuvieron que mudarse de casa y radicar en Chilpancingo, Guerrero. Habiendo una de las religiosas recibido una herencia, la utilizó para la compra de un terreno en México, D. F. en la Villa de Guadalupe a dos kilómetros de la Basílica de Nuestra Señora.

La tercera fundación se realizó allí con nueve religiosas. Nuestra Madre Conchita bautizó el lugar con el nombre de “El Vergel de la Virgen Inmaculada de Guadalupe”. Con grandes sacrificios levantaron los primeros cuartitos pidiendo limosnas a las almas generosas. En 1972 se inició la construcción del Templo, pero fue hasta mayo de 1988 que se celebró en él la primera Misa pública.

En la actualidad la Comunidad, confiando en la Providencia Divina, pide al cielo nuevas vocaciones, y una vez cumplido el número requerido, pasan a fundar una nueva casa. El lugar señalado para ella es Ixtlahuacán de los Membrillos, Municipio de Chapala, Jalisco.

Nuestra espiritualidad 

El fin principal de la Congregación es la gloria de Dios por la santificación de sus miembros. 

Dado el celo que debe caracterizarla y según el espíritu propio de la Congregación, hay además dos fines particulares:

En primer lugar el desagravio a la Divina Justicia: los miembros se ofrecerán como almas víctimas para expiar y reparar por todos los pecados del mundo. Cada una debe compenetrarse en qué consiste ser verdadera alma víctima – imitadora fiel de las virtudes con que nos da ejemplo Jesús – sobre todo en la caridad e inmolación de su Corazón, oculto en la Sagrada Eucaristía.

El otro fin será colaborar con la Santa Iglesia en la reconstrucción de la fe y de la moral en la sociedad y procurar la unificación de las almas dentro del espíritu católico.

La obligación moral según nuestra alta vocación  

Los miembros de esta Orden del Desagravio tenemos como obligación moral, ante todo, la vida de oración y penitencia, unificándonos dentro del color característico de la Orden: oración reparadora y universal, considerándonos como madres de la humanidad doliente. Por razón de nuestra vocación de almas víctimas unidas con Jesús, Divino Medianero, debemos constantemente, dolidas de las llagas del mundo, tener presente todas las necesidades espirituales y temporales de toda criatura que va gimiendo por el valle de este destierro y debemos orar por todos y por todo sin excepción. 

La religiosa Mínima debe compensar ante la Divina Justicia la falta de oración de otras almas, la falta de fervor, de constancia y de piedad. Debe hacer de su vida ordinaria una oración perpetua, no sólo impetratoria sino adoradora, para compensar también el descuido en que tantas almas viven respecto de la adoración de su Dios, especialmente ante Jesús Sacramentado.

En cuanto a la vida de penitencia tenemos por objeto desagraviar por los pecados de todo el mundo, ofreciéndolo todo al Padre Celestial en unión de la Víctima Divina y siempre por mediación de María Santísima, buscando el fin altísimo de la gloria de Dios y bien de las almas. Jamás debemos eludir cualquier sacrificio, ya que nuestro deber nos impone la inmolación universal en una donación, en una entrega total a la Divina Justicia, teniendo presente que es deber de la víctima compensar la sensualidad e impenitencia de aquél por quien va a satisfacer. Dado que la penitencia es el único medio de borrar las culpas, y puesto que esta Orden es de Desagravio, se nos manda amar la penitencia y practicarla con gozo de espíritu y no con amargura. 

El Victimado 

Siendo el punto más característico de la vida de las Mínimas el desagravio a la Divina Justicia, se sigue que la doctrina del victimado debe estar muy grabado en sus mentes y corazones para convertirla en obras para gloria de Dios. A continuación trascribimos la definición y explicación de esta vocación que Nuestra Madre Conchita misma escribió y lleva fecha de 6 de enero de 1948:

“Si tú eres una de esas almas a quien Jesús ha mostrado sus llagas, a quienes al pasar por la Vía Dolorosa ha invitado a ser Cirineo, a quienes en el secreto del corazón ha confidenciado su dolor de Víctima y su celo de Redentor... ¿quieres poner bálsamo a las llagas preciosas de la humanidad del Hijo de Dios y ayudarle a llevar su Cruz? ¿Quieres consolar su Corazón, salvando almas? No es necesario ninguna mutación exterior de tu vida para que satisfagas su deseo.

Su sed es sed de almas. Y esa sed no sólo no ha sido mitigada, sino cada día es aumentada a causa de que el pecado va creciendo en el mundo. Por tanto, su grito lastimero nos dice por San Pablo: Quiero suplir en mi cuerpo (su Cuerpo Místico) lo que faltó a la Pasión de Cristo.

¿Sabes que significa esto? Jesús Víctima, crucificado en la Sagrada Eucaristía, donde se ha quedado vivo entre nosotros, si bien no es insensible en su Corazón, es impasible en su Carne glorificada ya: no puede ya sufrir, y QUIERE SEGUIR SUFRIENDO. Por esto pide “víctimas” que voluntariamente se inmolen como Él, que le presten su alma y su cuerpo para SEGUIR SUFRIENDO EN ELLAS y ofrecer como suyos estos sacrificios a su Eterno Padre.

Pide almas que como Él se entreguen amorosamente a la Divina Justicia, ofendida por el pecado, y en rescate de los pecadores. Pide víctimas, pide una legión de esas víctimas a las cuales Él cubrirá con el precioso velo de sus méritos divinos, asociándola a su victimado propiciatorio.

¿Quieres venir a las filas de este Caudillo divino, a pelear valerosamente contra los principados y potestades infernales y rescatar almas? ¡Únete a Cristo Víctima! ¡Clávate con Cristo en su misma Cruz! ¡Bebe el cáliz que Él bebió! ¡Ofrécete como Él se ofreció! “He aquí que vengo, oh Padre, a cumplir tu voluntad.”

¿Cuál es la voluntad del Padre, respecto del plan de la redención? “Que ninguna se pierda. . . que todos se salven. 

Patronos de la Congregación 

 Nuestra Señora del Perpetuo Socorro 

 Poniéndose la Orden bajo el patronato de la Virgen Santísima, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, es considerada como Madre Superiora General y como a tal se le consulta y toma siempre consejo en todas las cosas. A Ella encomendamos los asuntos con espíritu profundo de fe y sencillez filial. En todos los rasgos de nuestra vida común y en nuestras costumbres, los miembros de esta Orden tratamos de resaltar este tinte mariano que llegue con verdad a caracterizarnos como tributo de honor a nuestra divina Madre y Señora, abandonándonos en su regazo para lograr una perfecta unión con Jesús, el cual Ella sostiene en sus brazos. El fin de esta advocación es el ejercicio de la confianza en María.

Sagrado Corazón de Jesús

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús tiene por objeto directo el consolarle procurando unificarnos con Cristo para ofrecernos como víctimas con Él y como Él, coparticipando en su Pasión interna considerada en el Sacramento de la Eucaristía, donde ha perpetuado místicamente su victimado.

San Francisco de Asís

En cuanto a nuestro Padre San Francisco, la devoción que se le tributa es como a Fundador. Su fin es ceñirnos a él como Padre y cimiento de la doctrina de penitencia, pobreza y amor, en los vuelos de su espíritu y la rectitud y simplicidad santa de su conducta para glorificar a Dios, imitando como él a Cristo Señor Nuestro y a su Santísima Madre en llevar una vida perfecta de inmolación.

San José 

La devoción al glorioso Patriarca San José, como esposo de María y jefe que fue de su hogar, es también filial y con espíritu de abandono confiado a su patrocinio, al cual encomendamos en particular el cultivo de la vida interior en nuestras almas. En su honor se consagra cada casa y se le encomienda el sostenimiento material.

Divina Justicia 

Mas, sobre todas las devociones, las hijas de esta religión tenemos una devoción amorosa y confiada a la Divina Justicia, cuyo atributo honramos con ofrecernos en desagravio de todos los pecados del mundo, como víctimas en unión de Jesús Víctima. Debemos rendir culto de entrega y de amor a la Justicia de Dios tan impíamente ofendida y generalmente temida. Esta tan bella devoción procuramos difundirla y enseñarla a las almas, a fin de que Nuestro Señor Jesucristo tenga imitadores cada día más fieles en esa iniciativa que Él nos enseñó con su vida y ejemplo al venir a la tierra exclusivamente para entregarse a la Justicia Divina como Víctima de desagravio por la redención del mundo.

El silencio 

Teniendo presente que las religiosas deben ser almas de perpetua oración y silencio interior, pues de lo contrario es robar a Dios lo que le pertenece, pues Él no habita en las almas turbulentas ni disipadas, sino en las que son huerto cerrado y sólo abiertas para Él, en el horario hay tres tipos de silencio.

El ordinario que comprende todo el día de labores, prohíbe las conversaciones prolongadas sin justificada necesidad, alzar la voz y hablarse a distancia. El silencio heroico que dura una hora después de la recreación, en la cual se prohíbe hacer ningún ruido, ni palabra ni seña alguna. Esta hora es un sacrificio en común ofrecido en desagravio por las blasfemias contra Nuestro Señor y la Santísima Virgen. El silencio profundo que se guarda durante toda la noche a partir de la bendición de nuestra Reverenda Madre Superiora hasta la bendición de la mañana del día siguiente, en el cual también se prohíben ruidos fuertes y hablar sin apremiante necesidad. 

Votos que hacemos

Los tres primeros votos de pobreza, castidad y obediencia que constituyen a todo religioso, se emiten desde la profesión temporal. Y para religar a los miembros de esta Orden con sus deberes sagrados, que traerá como fruto el formar una legión de almas víctimas que consuelen el Corazón de Jesús ofreciéndose con Él a la Divina Justicia en desagravio por el mundo, se pronuncia el voto de víctima en la profesión perpetua, al igual que el voto de adhesión al Papa y a la Iglesia Romana. 

Almas de intensa oración  

Las hijas de esta Orden estamos obligadas con mayor fuerza a vivir una vida intensa de oración, unificándonos con una vida de espíritu reparador, o sea, de víctimas de la Divina Justicia en unión con Jesús, encerradas en el seno maternal de María, procurando guardarnos siempre en la presencia de Dios. Sin embargo, nuestra vida de oración no se reconcentra en busca del bien propio solamente, sino de procurar extenderla a las almas, por lo que, con celo ardiente nuestra oración es impetratoria tanto en la adoración, alabanza, acción de gracias y reparación como oración vocal.

Apostolado  

La Obra que Nuestra Madre Conchita inició dentro de la familia franciscana, viviendo en pobreza, en obediencia y en castidad, es una Obra del todo social, puesta al servicio de la Iglesia para atraer a su seno a las almas. La participación de apostolado entre las Mínimas, consiste en dar conferencias de religión, piedad y moral a grupos femeninos, con el fin de restablecer la moral en las costumbres, hacer la luz en las almas ofuscadas por la disipación o el error, alentar la piedad y el fervor religioso en la mujer y señalarle sus deberes como cristiana ante Dios y la sociedad, es decir, procurar el bien espiritual de las almas y la gloria de Dios. Especialmente nos dedicamos a la juventud femenina para moralizar sus costumbres, ya que el fin de nuestro apostolado es formar mujeres cristianas de hogar, instruidas en sus deberes religiosos, domésticos y sociales, o sea: dar a la mujer moderna formación familiar de la que tanto carece y cooperar así con la Santa Iglesia, a remediar uno de los más grandes problemas sociales de la actualidad.

Contamos, además, con grupos de Catecismo para niños, y como parte de nuestro apostolado se edita el boletín mensual “Paz y Bien” para hacer difundir en el seno de los hogares rayitos de luz de la verdad.

Sin embargo, el apostolado más intenso y fecundo de las Mínimas se reconcentra casi exclusiva y plenamente en la oración. 

Oficios

Siendo el trabajo una condición inseparable de la pobreza, los oficios desempeñados por las religiosas se determinan empleando a cada cual en aquello para lo que Dios le haya dado mejores aptitudes. La vida de las Mínimas es silenciosa, apacible, laboriosa, pobre y mortificada.

En la Casa de Dios todos los oficios son honrosos, desde el puesto de la Superiora y Vicaria, hasta el de las súbditas que se encargan de limpiarle su casa a Nuestro Señor. Aun en medio de la actividad, la Mínima vive recogida, ora, sufre y trabaja para sí y para las almas.

Los oficios en los cuales sirve la religiosa Mínima a su Dueño y Señor son: Portería, torno, sacristía, cocina, refectorio (comedor), templo, jardines, enfermería, elaboración de hostias, costura, escritorio, labores manuales, limpieza de la casa y demás labores domésticas.

Las recreaciones  

Para expansión que ayuda al alma y la capacita más para la oración, las Mínimas tenemos también nuestros tiempos de recreación en los que jugamos a la pelota, tocamos guitarra, mandolina y otros instrumentos, cantamos, brincamos la cuerda, corremos, reímos, y donde gozamos de la alegría de vivir para Dios en unión fraterna. 

Conclusión  

A grandes rasgos presentamos a todos ustedes lo que es la Obra del Desagravio, su espiritualidad y sus fines, no sólo para que nos conozcan y nos encomienden en sus oraciones de manera que podamos cumplir la misión que Dios nos tiene encomendada, sino también para despertar en sus almas el amor a este atributo divino tan desconocido y tan temido “la Divina Justicia”; Nuestro Señor quiere ser amado en su Justicia y pide almas que generosamente se ofrezcan como víctimas para dar culto de amor, confianza y abandono a su justicia de manera que se derrame en misericordia sobre el mundo y sean salvadas muchas almas. A pesar de todas las vicisitudes por las que ha atravesado la Obra del Desagravio hasta el día de hoy, siguiendo los pasos de Jesús víctima, la Providencia Divina continúa velando por sus Mínimas. Nuestra Reverenda Madre fundadora plasmó en nuestros corazones el desprendimiento de las cosas terrenas y así nos hace recordar sus bellas palabras: “Yo nunca he estimado como verdaderos valores los que se poseen aquí abajo, mis aspiraciones han sido desde mi infancia el cielo, el cielo para mi alma y para las almas que amo, y las almas que amo son tantas que soy insaciable en esta sed espiritual. A ningún precio es caro alcanzar el cielo para poblarlo de almas, o lo que es lo mismo, a ningún precio es caro rescatar almas con quienes rodear un día y para toda la eternidad el cielo, el trono de Dios.” 


Contacto 

Las muchachas jóvenes con vocación religiosa, deseosas de entrar en contacto con las Madres Mínimas, pueden dirigirse a su página web y llenar el formulario de contacto.

http://www.minimasfranciscanas.org/menucontacto.html  

Igualmente, pueden comunicarse directamente al Convento:

Xochiquetzal No. 249

Col. Santa Isabel Tola.

Del. Gustavo A. Madero

C.P. 07010

Tel. (55) 55772901