35a peregrinación en honor de Cristo Rey en CDMX - octubre 2022

Fuente: Distrito de México

El pasado domingo 30 de octubre de 2022, fiesta de Cristo Rey, el Distrito de México de la FSSPX renovó su consagración al Inmaculado Corazón de la Virgen, en la Basílica de Santa María de Guadalupe, con la asistencia de Monseñor Alfonso de Galarreta, quien posteriormente ofreció el Santo Sacrificio de la Misa en la capilla del convento de las Madres Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro. 

 

Este año, casi 2,000 fieles de todos los prioratos del Distrito de México, Su Excelencia Monseñor Alfonso de Galarreta, 13 sacerdotes, 1 seminarista y 5 religiosas oblatas partieron de la Plaza de Santo Domingo, en el centro de la ciudad, hacia la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, recorriendo una distancia de casi 10 km, y lidiando con el tráfico habitual de la CDMX y el sol de mediodía, para proclamar públicamente la realeza de Nuestro Señor Jesucristo. 

“El espíritu misionero o apostólico es un espíritu esencialmente católico, cristiano, fundado en Nuestro Señor Jesucristo, en la cruz de Cristo, en la redención de Cristo”, mencionó Monseñor de Galarreta ante decenas de fieles —reunidos desde varios lugares de México—, pues su prédica tuvo como punto de partida que todo hijo de la Iglesia, sea religioso o laico, debe tener este celo apostólico y misionero, dirigido hacia la conversión y salvación de las almas, en lo cual se concreta realmente el reinado de nuestro Señor Jesucristo. "Y el celo es el ardor de la caridad", enfatizó.

Los medios que enumeró para hacer esa labor apostólica son la ayuda o mantenimiento de las misiones —es decir, contribuir a que florezca la devoción a la Misa del Rito Romano y el conocimiento de la doctrina cristiana tradicional en la ciudades y comunidades a donde son llevados—, así como la realización de obras de misericordia tanto corporales como espirituales para difundir la Verdad, establecer lugares de culto y transmitir la vida de la gracia de Nuestro Señor a las almas.

A este fin, Monseñor de Galarreta mencionó lo que el Papa San Pío X llamó Apostolado de la Oración y la Penitencia: Seguir el ejemplo de Nuestro Señor Crucificado para que "toda nuestra oración, toda nuestra vida y todos los sacrificios que nos son necesarios para cumplir cada quien con nuestro deber de estado y para vivir cumpliendo los Mandamientos de Dios, sean aplicados al bien de las almas; a la conversión de los pecadores; a la salvación de los hombres". ¡Una verdadera unión íntima con Dios, que representa realmente el espíritu misionero que debe encender el corazón de todo católico!

Para dar remedio a los males de su época —que lo siguen siendo en la nuestra, aunque ahora más graves, extendidos y acelerados— y así alcanzar la premisa de su pontificado Instaurare omnia in Christo (restaurar todo en Cristo para que Él reine), San Pío X recurrió al ejemplo de los santos, especialmente al modelo de Santa Teresa de Jesús, quien fue canonizada hace exactamente cuatrocientos años, y la manera en que la reformadora del sector masculino del Monte Carmelo, no solo contemplaba los misterios de la fe católica, sino cómo vivía una profunda devoción a ella, misma que se prolongaba en el amor a la propagación de esta nuestra fe, al punto de exclamar su disposición de morir por una rúbrica1 de la Iglesia.

La Santa dirigía todos sus pensamientos, sus palabras, su rutina, sus acciones, sus proyectos fundados únicamente en la fe, en el espíritu de fe y en la confianza que puso en Nuestro Señor a través de la fe. Esta fe era aumentada en ella por su asistencia diaria a la Misa y su devoción por recibir diariamente la Eucaristía en un tiempo en el que era poco usual hacerlo así. ¡De este amor al Santo Sacrificio y a la Eucaristía, indudablemente, brotaba en ella el espíritu de reparación a nuestro Señor por todas las ofensas, sacrilegios y ultrajes que contra Él son cometidos!

Todas estas ofensas hoy en día se han centuplicado porque los ataques provienen desde dentro del seno mismo de la Iglesia, y poco a poco los hombres de religión van destruyendo lo más sagrado en ella: el depósito de la fe y la misa, renovación verdadera del Sacrificio de la Cruz. Ahora más que nunca nosotros también debemos mostrar este amor y espíritu de reparación al Sagrado Corazón de Nuestro Señor, como hiciera Santa Teresa, de cuya vida interior —según palabras de San Pío X— brotaba el amor al sacerdocio, que la llevaba a consagrarse para sostener a los sacerdotes y religiosos.

¡Cuánto deben servirnos de ejemplo la fe y caridad de esta gran mística si realmente queremos restaurarlo todo en Cristo y entronizarlo por completo en los altares de nuestros corazones, nuestras casas y de nuestras patrias otra vez, a través del Corazón Inmaculado de María, para que al final de nuestras vidas podamos decir como la Mística Carmelitana, que somos hijos de la Iglesia y morimos hijos de la Iglesia! Llenos de honor, gozo y confianza por pertenecer a los fieles servidores de Cristo Rey.

La Santísima Virgen nos alcance esta gracia.

¡Viva Cristo Rey!

¡Viva Santa María de Guadalupe!

¡Viva México Católico!

  • 1Rúbricas son las normas que la Iglesia escribe en rojo en el Breviario para el Oficio; o en el Misal para decir la Misa.