Sínodo sobre la familia: una revolución doctrinal

Fuente: Distrito de México

Una revolución doctrinal con máscara pastoral

14 de octubre de 2014

El lunes 13 de octubre de 2014, el relator general del Sínodo extraordinario sobre la familia, el Cardenal Peter Erdö (en la foto), Primado de Hungría, hizo público el Informe intermedio, el cual proporciona una idea de la orientación de los debates que se llevan confidencialmente a cabo desde hace una semana, y durante una semana más.

Llama la atención, en primera instancia, encontrar en este informe los dichos escandalosos del Cardenal progresista Walter Kasper, en una entrevista con el periodista Andrea Tornielli del 18 de septiembre, hace aproximadamente un mes. Como si ya estuviera todo previsto…

Juzguen ustedes:

Cardenal Kasper, el 18 de septiembre: “La doctrina de la Iglesia no es un sistema cerrado: el Concilio Vaticano II enseña que existe un desarrollo en el sentido de una posible profundización. Me pregunto si una profundización similar a lo que sucedió en la eclesiología es posible en este caso [de los divorciados vueltos a casar civilmente, ndlr]: si bien la Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, existen elementos de eclesialidad incluso fuera de las fronteras institucionales de la Iglesia católica. En ciertos casos, ¿acaso no se podrían reconocer igualmente en un matrimonio civil elementos del matrimonio sacramental? Por ejemplo, ¿el compromiso definitivo, el amor y cuidado mutuo, la vida cristiana, el compromiso público que no existe en las uniones de hecho?”.

Cardenal Erdö, el 13 de octubre: “Una clave hermenéutica significativa proviene de la enseñanza del Concilio Vaticano II, el cual, si bien afirma que «la única Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica», reconoce a su vez que aunque elementos numerosos de santificación y de verdad se encuentran fuera de su esfera, elementos que, perteneciendo propiamente por el don de Dios a la Iglesia de Cristo, llevan por si mismos a la unidad católica (Lumen Gentium 8). En esta perspectiva, se deben reafirmar antes que nada el valor y la consistencia propia del matrimonio natural. Algunos se preguntan si es posible que la plenitud sacramental del matrimonio no excluya la posibilidad de reconocer elementos positivos igualmente en las formas imperfectas que se encuentran fuera de esta realidad nupcial pero en todo caso ordenados a ella. La doctrina de los grados de comunión, formulada por el Concilio Vaticano II, confirma la visión de una manera articulada de participar del Mysterium Ecclesiae por parte de los bautizados. En esta misma perspectiva, que podemos llamar inclusiva, el Concilio abre igualmente el horizonte en el cual se aprecian los elementos positivos presentes en las otras religiones (cf. Nostra Aetate, 2) y culturas, a pesar de sus límites y sus insuficiencias (cf. Redemptoris Missio, 55).” (Informe del Card. Erdö, nº17-19)

En una entrevista con DICI, el 3 de octubre, Mons. Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad San Pío X, había manifestado el razonamiento falaz del Cardenal Kasper:“Propone que los nuevos principios sobre la Iglesia, que el Concilio Vaticano II enunció en nombre del ecumenismo —existen elementos de eclesialidad fuera de la Iglesia—, se apliquen pastoralmente al matrimonio. Pasa lógicamente del ecumenismo eclesial al ecumenismo matrimonial. En este sentido, según él habría elementos del matrimonio cristiano fuera del sacramento. Para ver las cosas concretamente, ¡pregúntese, pues, a los esposos, qué pensarían sobre una fidelidad conyugal “ecuménica” o sobre una fidelidad en la diversidad!”

En “Il Foglio” del 15 de marzo de 2014, el Cardenal Carlo Caffarra, Arzobispo de Bolonia, había contestado con palabras contundentes las proposiciones del Cardenal Kasper sobre la comunión dada a los divorciados vueltos a casar, durante el Consistorio del 20 de febrero pasado ““Existiría (así) un ejercicio de la sexualidad humana extra-conyugal que la Iglesia consideraría como legítimo. Pero con esto se arruina el pilar de la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad. Llegados a este punto, podríamos preguntarnos: ¿Por qué no se aprueba la unión libre? ¿Y por qué no las relaciones entre homosexuales?”

El informe del Cardenal Erdö abre perspectivas supuestamente “pastorales” en una doble dirección: “Una nueva sensibilidad de la pastoral actual consiste en comprender la realidad positiva de los matrimonios civiles y, teniendo en cuenta las diferencias, de los concubinatos.(…) En estas uniones también (uniones de hecho, ndlr) se pueden ver valores familiares auténticos, o por lo menos el deseo de ellas. El acompañamiento pastoral siempre debe comenzar por estos aspectos positivos. (…) Las personas homosexuales tienen dones y cualidades que se deben regalar a la comunidad cristiana: ¿Estamos preparados para acoger estas personas garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? Desean a menudo encontrar una Iglesia que sea una casa acogedora. ¿Acaso pueden nuestras comunidades serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin arriesgar la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?” (Informe Card. Erdö, nº36, nº38, nº50).

Estas afirmaciones –que pretenden ser únicamente “pastorales”, sin ninguna implicación doctrinal, como durante el Concilio Vaticano II–, serán debatidas por los miembros del Sínodo extraordinario esta semana y en todas las diócesis durante el año 2014-2015, antes de la reunión del Sínodo ordinario que se debe llevar a cabo en octubre de 2015. Desde ahora, sin embargo, conforme declaran los cardenales Kasper y Erdö, se puede afirmar que así como el Vaticano II introdujo el ecumenismo con su noción de comunión más o menos perfecta, el Sínodo se empeña en proponer el matrimonio ecuménico con una noción mudable de indisolubilidad, es decir más o menos capaz de diluirse en la “pastoral”.

El 3 de octubre Mons. Fellay afirmaba: “reprochamos al Concilio esta distinción artificial entre la doctrina y la pastoral, porque la pastoral debe necesariamente derivarse de la doctrina. Gracias a múltiples aperturas pastorales se introdujeron cambios sustanciales en la Iglesia y la doctrina se vio afectada. Es lo que pasó durante y después del Concilio, y denunciamos la misma estrategia utilizada ahora contra la moral del matrimonio”.

(Fuente: FSSPX/Casa General – DICI del 14/10/14)