San Joaquín, padre de la Santísima Virgen - 16 de agosto

Fuente: Distrito de México

Oh Dios, que, con preferencia a todos los demás santos, escogiste a San Joaquín para ser padre de la Madre de tu hijo: te suplicamos nos hagas experimentar siempre el patrocinio de aquel cuya fiesta con reverente culto celebramos. Por Nuestro Señor Jesucristo.

El Santo Patriarca San Joaquín es el esposo de Santa Ana, y el padre de Nuestra Señora. Esta fiesta, originalmente celebrada el 20 de marzo, fue trasladada al día siguiente de la Asunción para asociar a su Santísima Hija con el triunfo de su santo padre.

Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los nombres San Joaquín y Santa Ana a los padres de la Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente.

No conocemos de San Joaquín y Santa Ana con certeza mas que sus nombres y el hecho de que fueron los santos padres de la Madre de Dios. Lo que relatan sobre ellos los libros apócrifos no es todo confiable y es difícil distinguir lo cierto de la leyenda.

Es tradición que los padres de Santa María, que aparentemente vivieron primero en Galilea, se instalaron después en Jerusalén; donde nació y creció Nuestra Señora; allí también murieron y fueron enterrados.

San Juan Damasceno, San Epifanio y San Gregorio Niseno, atribuyen y con razón, como fruto de las oraciones de Joaquín y Ana, el inapreciable tesoro con que Dios les colmó de dicha por el nacimiento de la pura e inmaculada María, libre del pecado original, perfección de todas las perfecciones y espejo de justicia.

Fueron Joaquín y Ana los casados más santos que hasta allí hubo en el mundo, y su matrimonio fue en el que más se había agradado a Dios, y así dijo un ángel a Santa Brígida: «Como Dios hubiese visto todos cuantos matrimonios consumados, santos y honestos ha habido desde la creación del mundo hasta el último que se hiciere al fin de él: ninguno vio semejante al de San Joaquín y Santa Ana, en tanta caridad divina y honestidad; y así plugó que se engendrase el cuerpo de su castísima Madre de este santo matrimonio». Concedióles el Señor por sus virtudes esta inapreciable dicha y por ella vemos a cuánto alcanza el poder de la oración y honestas costumbres ante la mirada de Dios, y cómo recompensa a quienes con la fe y el ejemplo proclaman su grandeza y consiguen de Él cuanto nuestros deseos, apoyados en la fe, desean, su apoyo y protección en nuestros dolores y quebrantos terrenales con los que se purifica nuestra alma para hacernos dignos de su grande misericordia. 

Una iglesia, conocida en distintas épocas como Santa María, Santa María ubi nata est, Santa María in Probática, Sagrada Probática y Santa Ana fue edificada en el siglo IV, posiblemente por Santa Elena, en el lugar de la casa de San Joaquín y Santa Ana, y sus tumbas fueron allí veneradas hasta finales del siglo IX.

Asociado por Julio II al 20 de marzo, la solemnidad fue suprimida unos cinco años después, restaurada por Gregorio XV (1622), fijada por Clemente XII (1738) en el domingo posterior a la Asunción, y fue finalmente León XIII quien, el 1 de agosto de 1879, dignificó la fiesta de estos esposos.