Fiesta de San Luis Rey - 25 de agosto

Fuente: FSSPX Actualidad

Nacido en 1214, Luis IX se convirtió en rey de Francia a la edad de doce años, después de la muerte de su padre, Luis VIII, llamado el León. Confiado a la educación de su madre, la Reina Blanca de Castilla, aprendió de ella que es preferible la muerte antes que cometer un solo pecado mortal.

Su extraordinaria piedad, coronada por una gran caridad hacia los pobres y los más necesitados, no afectó en nada el ejercicio de una sabia prudencia y justicia perfecta en el gobierno de su reino.

Mandó construir la Sainte-Chapelle en París para que sirviera como relicario de la corona de espinas. Emprendió dos cruzadas para ayudar a los cristianos de Tierra Santa.

La primera partió de Aigues-Mortes el 25 de agosto de 1248, exactamente hace 770 años. Fue el resultado de tres años de preparación. Lanzada por el Papa Inocencio IV en el Concilio de Lyon en 1245, fue la respuesta a la toma de los turcos de Tiberíades y Jerusalén, dos ciudades cristianas que cayeron bajo el yugo mahometano.

La flota cruzada desembarcó en Egipto y se apoderó, después de seis meses de asedio, de Damieta el 6 de junio de 1249. Sin embargo, esta victoria no tuvo grandes frutos, ya que la captura de Mansourah, al año siguiente, culminó en fracaso: gran parte del ejército murió a causa de la peste. Robert de Artois, hermano del rey, fue asesinado, mientras que el rey mismo fue hecho prisionero con sus otros dos hermanos, Alphonse de Poitiers y Charles de Anjou. Liberado a cambio de un gran rescate, el Rey de Francia permaneció en Tierra Santa, donde fortificó las ciudades de San Juan de Acre, Jaffa, Sidón y Cesarea. Rescató a miles de caballeros cristianos retenidos como prisioneros. Cuando regresó a Francia, fundó el hospital Quinze-Vingts en París para tratar a los 300 caballeros a los que les fueron arrancados los ojos.

La segunda Cruzada dirigida por San Luis tuvo lugar en 1270. Se dirigió a Túnez, que debía servir como base para atacar al Egipto mameluco. El ejército del rey de Francia conquistó Cártago, pero contrajo disentería y tifus. Afectado por la enfermedad y el agotamiento, San Luis murió piadosamente el 25 de agosto de 1270. Con los brazos en cruz, entregó su alma a Dios sobre una cama de cenizas.

"Te suplicamos, oh Dios omnipotente, nos concedas que, así como tu Confesor San Luis, despreciando los halagos del mundo, tan solo procuró agradar a Cristo, su único Rey, así su oración nos haga gratos a ti. Por el mismo Señor".