27 de septiembre: Santos Cosme y Damián, patronos de los médicos

Provenientes de Arabia para practicar la medicina, y convertidos a la fe de Cristo, Cosme y Damián se dedicaron a atender y curar a los pobres.

El gobernador Lisias, los condenó a torturas horribles y luego mandó decapitarlos por odio a la fe cristiana, a pesar de que lo habían curado.

Su culto comenzó en Cyr, una ciudad al norte de Siria. Su fama se extendió rápidamente, y se pueden encontrar rastros de su culto en Cilicia, Edesa o Egipto. El papa Símaco (498-514) les consagró un oratorio en Roma, y ​​Fulgencio un monasterio en Cerdeña en el año 520 dC.

La veneración de los dos mártires orientales estaba tan extendida en la Ciudad Eterna que, además de las dos Misas estacionales, a mitad de la Cuaresma y en la noche de la octava de Pascua, se celebraban también en el siglo VII una tercera y una cuarta estación, el 27 de septiembre y el domingo anterior. Era una especie de solemnidad externa, en favor del pueblo, que, en días hábiles, no podía participar en la solemnidad del aniversario de los dos santos.

El Introito Sapientiam fue originalmente compuesto en honor a los dos eruditos orientales, cuando Félix IV les dedicó el santuario del Foro de la Paz, donde todavía se encuentra la basílica que lleva su nombre.

Patronos de médicos y profesionales de la salud, Cosme y Damián son los principales y más conocidos de los santos venerados en Oriente como "anargyroï", santos anárgiros, es decir, que no aceptaban ningún tipo de pago por sus buenas obras. Practicaban la medicina sin exigir remuneración.