El beneficio de los retiros espirituales - Palabras de Monseñor Lefebvre

Fuente: Distrito de México

Junto con la vida litúrgica, la meditación diaria y la lectura espiritual, los retiros son una manera de nutrir la vida espiritual y dar mayor fervor al alma.

Quisiera que pudieran comprender y apreciar los beneficios de los ejercicios espirituales y las gracias que de ellos brotan, en primer lugar porque los mismos Papas lo han dicho una y otra vez. Es un hecho cierto que quienes han seguido estos ejercicios quedan marcados por ellos durante muchos años, a veces durante toda la vida, especialmente quienes descubren allí su vocación. No solo es deseable, sino imprescindible recogerse verdaderamente en un retiro y encontrar a Dios en el alma, en el espíritu, a través de la gracia que está en nosotros. Nuestro Señor mismo nos mostró el ejemplo. Aunque no tenía necesidad alguna de retirarse, pasó cuarenta días y cuarenta noches en el desierto.

Para santificarnos debemos retirarnos en el silencio. Recordemos que nuestra vida espiritual es mucho más importante que nuestra vida temporal, que nuestra vida corporal. Pero nuestra inteligencia, nuestro corazón, nuestra imaginación se preocupan por las cosas de este mundo, los negocios, nuestra familia, etc. Por supuesto no debemos descuidar todo esto, pero sí debemos poner cada cosa en su lugar. Y el primer lugar debe ser para Dios. Dios debe ser nuestro primer amor. Y esto aplica también para los casados. Ellos también deben hacer retiros [para poner cada cosa en su lugar].

La meditación de las grandes verdades 

¿Por qué es necesario tomarnos un tiempo para alejarnos del mundo? Para reflexionar sobre el gran don que el Buen Dios nos ha hecho al darnos un alma, y ​​sobre todo recibir la luz de la gracia. Reflexionar sobre lo que es la eternidad con relación al tiempo, lo que es el espíritu con relación a la materia, lo que es Dios con relación a nosotros mismos, pobres criaturas. Reflexionar sobre quien lo es todo, como bien dijo [Nuestro Señor a] Santa Catalina de Siena, y sobre quien es nada. Así reflexionaremos sobre quién es nuestro todo, y sobre lo que nosotros somos, es decir nada. No somos nada porque somos solo una criatura, y una criatura pecadora. Entonces reflexionaremos sobre el gran amor de Nuestro Señor Jesucristo por nosotros, sobre este inmenso amor que nos ha sido dado por el bautismo, por todos los sacramentos que hemos recibido, gracias a su Cruz, gracias a su Sangre que nos ha redimido. Reflexionaremos sobre estas cosas y la luz descenderá dentro de nosotros, ¿y qué es esta luz sino Nuestro Señor Jesucristo mismo?

Los retiros de San Ignacio 

Todos necesitamos enfrentarnos de vez en cuando a nuestros últimos fines, a la gravedad del pecado, a los peligros del infierno, y debemos pensar seriamente en ello. La contemplación de los fines últimos puede provocar en nosotros el temor servil, es decir el temor del esclavo, de aquel que se asusta ante la idea del infierno y que, por tanto, se aleja del infierno para intentar seguir los mandamientos. Pero no es solo temor servil lo que debemos suscitar en nosotros mismos, sino también temor filial.

Y es cierto que, en los retiros de San Ignacio, también se suscita en el alma esta otra forma de temor. Porque no debemos reducir los ejercicios de San Ignacio a las meditaciones del primer día, sobre los últimos fines. También es necesario ver todo lo que sigue. Nos damos cuenta entonces que después de considerar los últimos fines, nos queda la contemplación de todos los misterios de Nuestro Señor Jesucristo, que son admirables y que todos nos incitan a amar a Nuestro Señor, a tener un apego inquebrantable a Dios que vino a salvarnos en la persona de Nuestro Señor Jesucristo. 

Lo importante en un retiro de San Ignacio es la síntesis. Reunimos en el espacio de seis días toda la filosofía, toda la teología, la Sagrada Escritura, la vida de Nuestro Señor Jesucristo, la Cristología. Entonces la gente ve su propia vida en resumen. Les hablamos de los fines últimos, de los misterios de Nuestro Señor Jesucristo, les abrimos horizontes sobre la vida divina que habita en ellos, les hablamos de la vida cristiana, luego de las obligaciones que de ella se derivan si quieren seguir siendo cristianos.

En el espacio de seis días, ponemos ante sus ojos esta síntesis que nunca habían tenido en este grado. Habían oído hablar de los fines últimos. Una vez, alguien les habló del infierno… seis meses después, escucharon algo sobre el purgatorio… tres meses después, otro habló del Cielo… y oyeron, por supuesto, de la gracia de Nuestro Señor… pero no tuvieron esta visión general revelada ante ellos. Así pues, el retiro les plantea realmente la seria cuestión del sentido de su existencia, les muestra los riesgos capitales de su futuro y, en consecuencia, les comunica las convicciones que deben tener y les indica la vida que deben llevar. ¿Quieren realmente vivir la vida cristiana como Dios la quiso, como la instituyó Nuestro Señor?

Un medio para recuperar el fervor 

Si hay algo importante en estos retiros para quienes vienen a buscar la luz y la fuerza para continuar su vida cristiana, es recibir del sacerdote la absolución de sus pecados y la gracia que les permitirá ser fuertes ante los obstáculos y cumplir siempre con sus deberes cristianos. ¡Cuántas personas han encontrado fe, fervor y devoción durante estos retiros!

En los retiros podemos asegurar la salvación de nuestra alma durante unos días de reflexión y oración. Aquí es donde verdaderamente se practica la vigilancia que exige Nuestro Señor.

En los retiros, las almas muchas veces encuentran verdaderamente el espíritu de oración. Las almas vuelven a poner a Nuestro Señor en el lugar que le corresponde en sus vidas.

Monseñor Marcel Lefebvre+

La Vida Espiritual