¿Cómo iniciar a los niños en la devoción a la Virgen María?

Fuente: Distrito de México

¿Cómo hacer que los niños pequeños amen a la Santísima Virgen? ¿Cómo inculcar en ellos la devoción a nuestra Madre Celestial? ¿Es demasiado pedirles que recen el rosario? 

"¡Oh mamá, no puedo expresar cuánto te amo!" ¿Qué madre no se sentiría conmovida por estas palabras balbuceadas por su pequeña hija o hijo? Así es como el niño muestra su agradecimiento. Por supuesto, la grandeza del sacrificio materno y su gran amor permanecen ocultos en cierto modo. Pero el niño, incluso el más pequeño, siente el amor presente en el corazón de su madre. Ve (más bien sabe) que mamá siempre está ahí... para él. Se cae mientras juega: corre hacia mamá. Su noche se ve interrumpida por pesadillas: llora llamando a mamá. Tiene sed, está enfermo: sin necesidad de pensarlo, sabe que mamá puede ayudarle.

Sí, también los más pequeños saben que el corazón materno es indispensable e ilimitado. A su manera, intenta devolverle su amor. ¡Unas flores sin tallo recogidas con tanto cariño para ofrecérselas a mamá! "Papá lo hace para mamá, yo también lo haré". Mamá está enferma, cansada. El niño llega con un vaso con agua, acompañando su gesto con un beso. "Mamá lo hace cuando estoy enfermo, yo también lo haré".

Saben bien, queridas madres, que su hijo tiene otra madre, la de Dios mismo. Su gran deseo es que aprenda a conocer a esta Madre por excelencia que, sin estar visiblemente presente en casa, entrega todo su cariño maternal a cada uno de sus hijos. Durante las inevitables separaciones aquí abajo entre madre e hijo, ¡qué consuelo saber que esta misma Madre velará por ellos!

¿Cómo podemos poner en práctica esta verdad, hacer que el niño conozca y ame a nuestra Madre Celestial? Siendo pequeño, ¿es capaz de comprender?

Imágenes y ramos de flores

Desde muy pequeño, los oídos del pequeño escuchan lo que dicen mamá y papá. El bebé reconoce rápidamente las voces de sus padres y los rostros que le rodean. ¿No hablamos con él antes de que sea capaz de tartamudear “mamá”… “papá”? Muchas veces se le repiten estos nombres antes del día en que los pronuncia. ¿Por qué no agregar los santos nombres de “Jesús” y “María” a la lista de primeras palabras? Tómense el tiempo para mostrarle imágenes de su familia en el Cielo: él niño las reconocerá rápidamente.

En cada etapa del despertar de su alma, hay oportunidades para enseñarle canciones, hermosas historias o pequeños libros que le hablen de la Virgen María. Además, si las estatuas o imágenes de la Santísima Virgen ocupan un lugar de honor en la casa, el niño dirigirá naturalmente sus pensamientos hacia la reina de la familia. El niño escucha con atención cada palabra, cada acción que proviene del amor de mamá y papá por la Santísima Virgen. El niño bautizado encuentra todo esto normal y lo imita.

Existen innumerables oportunidades para encaminar el corazón de los pequeños: mamá coloca el ramo de flores que le regaló papá o el niño frente a la imagen de la Virgen; papá reza frente a la estatua de la Virgen después de la misa dominical; toda la familia acude a la procesión del 15 de agosto o a las ceremonias en honor a la Virgen Peregrina.

Y el rosario… ¿A qué edad podemos enseñarlo a los niños? ¿Cómo hacerlo? ¿Es demasiado pedir a los niños? Reflexionemos un poco al respecto.

El rosario para los más pequeños

El rosario consta de las oraciones fundamentales que todo católico debe saber de memoria. ¿Qué mejor manera para que un niño aprenda estas oraciones que repitiéndolas mientras reza el rosario?

El niño nunca es demasiado pequeño para empezar a decir sus oraciones matutinas y vespertinas y para desarrollar el hábito de dirigir sus pensamientos a Dios con frecuencia durante el día. El rosario familiar puede ayudarle a conseguirlo.

En cuanto nos demos cuenta de que el pequeño es capaz de aprender el Avemaría, podemos permitir que tome su turno para recitar la primera parte de una decena del rosario. Por supuesto, al principio se necesita mucha paciencia para que pueda decir cada palabra con mamá o papá. En un ambiente de estímulo, el niño aprenderá con mayor rapidez y disposición.

¡El rosario! ¡Qué lección tan eficaz para el pequeño tener un libro con el que sigue la vida de Jesús y María al ritmo de los misterios del rosario! Después de la oración, ¡qué alegría para los más pequeños turnarse para apagar la vela encendida frente a la imagen de la Virgen, mientras los mayores se toman muy en serio el privilegio de encenderla antes de la oración familiar!

Seamos realistas, el rosario familiar requiere mucho esfuerzo al principio. Es necesario un horario práctico, un horario en el que todos puedan participar (¡sin elegir el horario en el que todos están cansados!). Dios nos da la gracia para que le seamos fieles y, poco a poco, se convierte en hábito. ¿Veinte minutos al día es mucho tiempo cuando los pasamos con la persona que realmente amamos?

La misma Virgen pidió a los tres niños de Fátima que rezaran el rosario, y los tres videntes, aún muy pequeños, ya tenían la costumbre de hacerlo.

Finalmente, tomemos como ejemplo la educación religiosa dada por Madame Vianney a sus hijos. Desde muy pequeño, el santo sacerdote escuchó a su madre hablarle del Cielo y de la Santísima Virgen antes de ir a la cama. Tan pronto como el pequeño Jean-Marie pudo –tenía tres años– aprendió de ella el Ave María, la oración, decía, que Dios jamás se cansa de escuchar. Años después diría: “La Santísima Virgen es mi amor más antiguo; la amaba incluso antes de conocerla… Después de Dios, eso es obra de mi madre, ¡era tan sabia!"